Caso de corrupción 'calienta' campaña electoral en Brasil
13.09.2014 20:42
Encuesta revela que Dilma Rousseff y Marina Silva lograrían empate técnico pese a nuevos escándalos.

No hay tema más recurrente en la política brasileña que la corrupción. De hecho, la salida a la luz de tramas corruptas en los últimos años tuvieron consecuencias impensables tiempo atrás: este mismo año la justicia llegó a encarcelar a la plana mayor del partido gobernante (Partido de los Trabajadores) por el caso Mensalao, en lo que supuso un hito histórico en Brasil.
En la campaña la corrupción tardó en entrar, hasta que lo hizo a un mes de las elecciones y con fuerza atronadora: 42 horas de declaración de un exdirector de la Petrobras, Paulo Roberto Costa, preso por una trama de lavado dinero, pusieron en el disparadero a ministros, gobernadores y decenas de diputados, al acusarlos de formar parte de una red millonaria de sobornos para facilitar contratos con la petrolífera brasileña.
Los acusados por Costa pertenecen a cinco partidos políticos, entre ellos tres de los que forman la coalición de gobierno liderada por el PT. Las revelaciones fueron publicadas por la revista Veja el pasado sábado.
Sin embargo, el lunes y martes de esta misma semana, el instituto Datafolha recogió las intenciones de voto a los candidatos presidenciales, y a pesar de las acusaciones de corrupción los números se han ido igualando: ahora Marina Silva (PSB) y Dilma Rousseff (PT) están en empate técnico tanto en la primera como en la segunda vuelta.
El tercero en discordia, Aécio Neves (PSDB), sube un punto, pero está a veinte de las dos contendientes principales. "Está ahí el Mensalao 2", sentenció enseguida Neves para bautizar las revelaciones de Costa: "Y ese es el gobierno del PT, patrocinando el asalto a nuestras empresas públicas para sostener su proyecto en el poder", remachó el candidato de centroderecha.
El PSDB es el único gran partido que sale incólume, por el momento, de las acusaciones de Costa, de ahí que intenten un nuevo giro en la campaña para terminar de revolver el tablero electoral.
Porque el PSB de Silva también aparece citado y precisamente por la supuesta implicación en la trama del mismísimo Eduardo Campos, el candidato a presidente fallecido el pasado 13 de agosto.
En la catarata de acontecimientos que siguieron a la tragedia, Silva se convirtió en la número uno de la candidatura y dio un vuelco a las encuestas. Pero ante las acusaciones de corrupción ha criticado el escándalo al tiempo que ha defendido el honor de Campos.
Desde su campaña han encontrado un lugar intermedio: "Marina no tiene que ver con eso, porque ella simboliza la crítica a la gestión de Petrobras. Fue la vieja política la que llevó a la empresa a esta situación", aseguró a 'O Globo' Walter Feldman, su director de campaña.
Es por el reparto de acusaciones, interpretan los analistas, que las encuestas no se hacen eco del escándalo, al menos de momento, y el vaivén de cifras se estabiliza: 36 por ciento contra 33 por ciento para Rousseff en la primera vuelta y 47 contra 43 para Silva en la simulación de la segunda, o sea, todo dentro del margen del empate técnico que marcan los dos puntos, por arriba y por abajo, de cada candidata.
Hay letra pequeña en el sondeo, encargada por Rede Globo y Folha de Sao Paulo y publicada la noche del miércoles, que también lleva al análisis: Silva aumenta en dos puntos el índice de rechazo del elector, a la altura del que ya tuvo en 2010, lo que se interpreta como un desgaste producido por el ataque sostenido al que se ha visto sometida desde que empezó a subir en las encuestas.
Por un lado, de Rousseff, cuya estrategia de pasa por aumentar esa tasa contraria a Silva, para romper el empate técnico, al menos en la primera vuelta, a su favor y enfrentar con algo de holgura la segunda vuelta.
Por otro lado, del propio Aécio Neves, que apura sus mínimas opciones para llegar a la segunda vuelta antes de un probable escenario en el que su partido tendrá que tomar partido por la candidata del PSB para intentar sacar al PT del poder.
La campaña es una carrera de fondo a la que aún le quedan muchas etapas por quemar, incluso en las tres semanas que van del 5 al 26 de octubre entre ambos turnos de votación, cuando la propaganda en radio y televisión iguala tiempos de exposición.
Y eso, claro, sin contar con que Brasil puede despertarse, de la noche a la mañana, con una nueva batería de revelaciones sobre corrupción, el tema que nunca sale de agenda.